Este Weblog tiene la finalidad de difundir la Propuesta Socioeducativa de la Institución Teresiana para América Latina, es una copia fiel del Libro publicado en su 2da. edición 2009. También encontrarán otros libros importantes en archivos pdf. Prof. César A. Véliz Fernández

1.2 - Corrientes pedagógicas transformadoras


1. En este contexto de desafíos tan radicales es imprescindible que nos volvamos a plantear la pregunta por el papel de los procesos educativos.  ¿Le toca a la educación jugar un rol distinto? ¿Nos toca a los educadores asumir un rol diferente al que tradicionalmente se nos ha  asignado? Nosotros creemos que sí, que es indispensable y urgente que la educación favorezca procesos de construcción de identidades personales y sociales capaces de ser sujetos de su propia vida - autónomas y solidarias- y actores sociales que se comprometan con la transformación de la realidad y la construcción de una nueva ciudadanía en el ámbito local y global.
2. Una pedagogía que parta de esta convicción es una pedagogía a contra-corriente, pues en medio de una sociedad globalizada  que ha puesto como valor central el mercado y el consumo,  el tener más que el ser,  que valora la educación en la medida que forma sujetos capaces de actuar en sintonía con los valores y la lógica dominante, que la considera como  un medio para otros fines, casi siempre de índole económico - es una pedagogía que se atreve a  poner a la persona como centro del proceso educativo, con todo lo que esto significa. Es decir,  al sujeto individual, único e irrepetible, que tiene sentido y vale por el simple hecho de ser persona, sin importar condiciones materiales, sociales, culturales ni de ningún otro tipo, que se construye en interacción con los demás y en contextos socioculturales concretos. Una educación que favorece la construcción de sujetos sociales colectivos comprometidos con la transformación de nuestras sociedades y de la globalidad del planeta. Lo que buscamos es una educación que contribuya a que los seres humanos  conquisten su derecho a ser personas,  a vivir con sentido y darle a su vida un sentido  para ser y vivir más como humanos.
3. En las últimas décadas muchas han sido las corrientes pedagógicas que se han desarrollado en América Latina en esta perspectiva transformadora y que han sido llamadas de diferentes maneras: pedagogía crítica, libertadora, problematizadora, crítico-social, etc. Sin embargo, algunas características han estado presentes en todas ellas y las configuran en una perspectiva común: concebir los procesos educativos como históricamente situados; articular la educación con otros procesos sociales; trabajar sistemáticamente la relación teoría-práctica; favorecer procesos de construcción de sujetos autónomos, competentes, solidarios, capaces de ser sujetos de derecho en el ámbito personal y colectivo, de construir nuestra historia y apostar por un mundo y una sociedad diferentes; emplear metodologías activas, participativas, personalizadoras y multidimensionales, articuladoras de las dimensiones cognitiva, afectiva, lúdica, cultural, social, económica, política y trascendente de la educación.
4. Una pedagogía transformadora  asume que  el aprendizaje es un proceso siempre contextualizado. Cada persona construye sus aprendizajes a través de procesos individuales y colectivos. La práctica educativa, por tanto,  debe recoger los intereses, las necesida­des, los sentimientos y competencias de cada uno/a de los diferentes grupos para que tenga sentido y, desde allí, construir juntos el futuro.
5. La perspectiva transformadora parte de la convicción de que todos aprendemos mejor lo que tiene sentido para nosotros cuando realizamos actividades, investigamos, hacemos preguntas y buscamos soluciones, Cuando dialogamos, cuando no tenemos miedo, cuando se nos anima a pensar y ensayar respues­tas por nosotros  mismos. Cuando se reconocen y valoran nuestras propuestas y opiniones. Cuando confrontamos nuestras búsquedas con los demás y somos capaces de caminar juntos/as.
6. En este sentido, la educación transformadora promueve aprendizajes significativos sobre el yo, el tú y el otro; sobre la vida y el mundo; sobre el futuro y la esperanza. El aprendizaje, así entendido, es un aprendizaje  holístico,  un aprendiza­je que compromete al ser total: su intelecto, su cuerpo, su afectividad, su ser vivencial, su ser individual y social. 
7. Para la perspectiva transformadora también es fundamental partir de la realidad.  Esto implica conocer las características, necesidades, intereses y problemas de las personas, así como su experiencia de vida, sus posibilidades y limitaciones, las características del contexto socio-económico y cultural en el que se desenvuelven. Partir de la realidad de las personas supone abordar los contenidos de los aprendizajes incorporando las experiencias y conocimientos previos que ellas poseen. Ello exige compatibilizar lo que el educador supone que es la realidad de los educandos y lo que ellos y ellas piensan de su realidad.
8. Un aspecto fundamental para desarrollar una pedagogía en esta perspectiva  está dado por el desarrollo de una comunicación horizontal entre los sujetos involucrados en el proceso. Para que haya comunicación horizontal es necesario que las personas se reconozcan diferentes pero iguales en dignidad y derechos. Esto implica revisar a fondo nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes. Significa la capacidad de “mirarse a uno mismo” críticamente y estar dispuestos a cambiar aquellos pensamientos, sentimientos o actitudes que hemos ido asimilando en nuestro propio proceso de formación y que impiden una verdadera construcción conjunta: pasar del yo al nosotros y nosotras.
9. Asimismo, para cuestionar el mundo y las situaciones de injusticia y, sobre todo, para estar dispuestos a hacer algo para cambiar las cosas, despertar la sensibilidad resulta fundamental. Sólo seremos capaces de modificar la realidad si es que, desde lo más profundo de nuestra sensibilidad, nos sentimos interpelados y empujados a la acción.
10. Esa sensibilidad hoy en día está asociada a los derechos fundamentales de las personas y a las comunidades en que conviven. Los derechos humanos aportan la defensa de la vida como valor central y como premisa para realizar el análisis de la realidad  y las propuestas de transformación.  Al  afirmar que se apuesta por la vida, por la realización de las personas, por la humanización de nuestra sociedad, se puede deducir que esto  no es fácil en nuestros países. Los educadores se convertirán, entonces, necesariamente en contestatarios de un sistema que deshumaniza al ser humano, en personas incómodas que no aceptan ni toleran el abuso y la injusticia.
11. En esta visión de la educación es fundamental educar para la ciudadanía. Formar ciudadanos y ciudadanas es promover una mayor calidad de vida para tod@s; implica forjar una cultura democrática y  fortalecer el sistema democrático, tanto en el ámbito político como en el plano de la  vida cotidiana de las personas, pues la democracia es la base de la ciudadanía.
12. Como estilo de vida, la democracia implica la vivencia de los derechos humanos y la construcción de relaciones de justicia y de solidaridad que abren los espacios para la libre determinación de las personas, de los grupos y de los pueblos. Una manera de vivir basada en el respeto a las demás personas, en la afirmación  de la dignidad y de la igualdad de derechos de todos y de todas, en el reconocimiento de la diversidad cultural y religiosa de nuestros pueblos.
13. El reto es crear, en las familias, en las escuelas, en las instituciones, en los espacios públicos, en los medios de comunicación, en el Estado, espacios desde donde surja una nueva cultura basada en el respeto a los derechos humanos. Ella tendrá como núcleo y eje central la dignidad y el valor de la persona y deberá orientarse hacia el cultivo y desarrollo de la solidaridad, como principio universal de convivencia humana, lo que implicaría la superación de las distintas formas de discriminación, racismo e intolerancia, haciendo posibles mayores niveles de diálogo, concertación, distensión de conflictos y consenso.
14. El desarrollo de una cultura democrática y una ética ciudadana deberá contribuir a la reconstrucción de las relaciones sociales, tan deterioradas hoy en nuestros países, y a la consecución de la justicia y la paz. Tal desarrollo supone la definición de un mínimo de valores y principios éticos y políticos, estrechamente relacionados con los derechos humanos y cuya vigencia deberá ser concordada por todos los ciudadanos, a partir del reconocimiento y práctica de los deberes y responsabilidades que de ella se derivan, tanto en el ámbito personal como social.
15. Una pedagogía transformadora  de inspiración cristiana y teresiana se propone promover una educación:
- humanizadora y personalizadora, que reconoce el valor sagrado de cada persona. Estimula su crecimiento en todas sus dimensiones, en interacción con los demás;
- Contextualizada, históricamente situada, atenta a los desafíos de la construcción de sociedades democráticas, justas y solidarias y comprometidas con el ejercicio de una ciudadanía activa y crítica;
- que quiere colaborar en la afirmación de una globalización solidaria, capaz de promover una conciencia planetaria, el reconocimiento de las diferentes culturas, la perspectiva de género, la valoración positiva de la propia identidad y de la diversidad cultural latinoamericana;
- que cree en la vivencia de valores como los de la justicia, solidaridad, derechos humanos, diálogo, respeto mutuo, dignidad humana, paz, preservación del medio ambiente, ética y trascendencia como estructurantes fundamentales de la vida humana en su dimensión individual, comunitaria y social;
- que favorece procesos de construcción del conocimiento en el ámbito personal y colectivo, el diálogo entre las ciencias, los saberes sociales y los avances tecnológicos, así como la perspectiva interdisciplinar de análisis de la realidad;
- atenta al diálogo fe-culturas-justicia, que exige promover la inculturación de la fe, la experiencia religiosa, la conciencia eclesial y el diálogo interreligioso.